Los integrantes del viaje somos:
sábado, 16 de mayo de 2009
Tandil (agosto de 2007)
Los integrantes del viaje somos:
lunes, 11 de mayo de 2009
La Rioja, San Juan y San Luis (abril de 2007)
Un día en la oficina, en mi viejo trabajo, a la hora del almuerzo me informaron que se estaba organizando un viaje multitudinal hacia las Cataratas del Iguazú. No me podía perder ese viaje a pesar de ya conocerlas. No recuerdo bien por qué, pero al fin de semana largo por semana santa se le sumaba otro feriado, es por esto que decidimos no trabajar dos días y tomarnos la semana entera para el viaje. El jefe se enteró cuando todo estaba cocinado y prácticamente, aprobó sin decir nada.
Más o menos una semana antes de salir, surgió el problema de los mosquitos en Misiones. Dengue o no sé qué otra cosa. Como además de nosotros, iban chicos pequeños, se decidió cambiar el rumbo noreste por noroeste. Para mi gusto, mejor porque no conocía ese sector. Iríamos a La Rioja, San Juan y San Luís.
Recuerdo que el día que salíamos, el viernes 30 de marzo de 2007, nos juntamos por laburo con Sergio en una escuela de Liniers mientras que Gisela vino para traer unos víveres que llevaríamos, puntualmente el vino. Mientras tanto, los tres hablábamos por teléfono con Hernán, quien averiguaba el estado de las rutas por semejante temporal. Finalmente esa noche salimos, pero cambiando el camino.
Nos juntamos en Almagro, en casa de Hernán, y poco a poco fuimos llegando todos. Iríamos en 3 autos y mi camioneta. Cada auto llevaría las cosas propias de sus ocupantes y yo en la camioneta, además de mis cosas llevaría todas las cosas comunes a todos, como la comida; y todo aquello que no entrara en otro lado. En menos de 2 minutos teníamos el primer problema, ya que no entraba todo lo que llevábamos. De a poco fuimos acomodando y como se pudo, entró todo.
Salimos a la ruta y en el camino nos encontramos con Gisela, Víctor y sus mellizos Mateo y Martina en el peaje de Panamericana. A partir de ahí, armamos la caravana de los cuatro vehículos. Adelante viajaba yo con la chata. Por ser el primero, llevaba un Handy para comunicarme con Sergio, que era el que viajaba último y me avisaba que nadie parara o se perdiera en el camino. Durante toda la noche viajamos con un diluvio que nos hizo la marcha un poco más lenta. A esto se le sumó que cada parada era una desorganización por ser tantos y todo originó que tardemos unas 20 horas en llegar a Chilecito. Hay que tener en cuenta que algunos manejamos solos, sin colaboración de nadie y que veníamos despiertos de temprano del día anterior! El cansancio se hacía notar, pero así y todo llegamos lento, pero sin inconvenientes. Una vez en Chilecito, buscamos un camping. Nada por aquí, nada por allá; hasta que apareció uno que estaba cerrado. No sé cómo pero lo abrieron para nosotros. Estábamos solos, con los pastos largos y el quincho caído, pero pudimos cenar y descansar perfectamente.
Parada técnica en la ruta
La primera comida
Contra la mufa!!
A media tarde salimos para Villa Unión, también en La Rioja. Para llegar tuvimos que pasar por la Cuesta de Miranda, donde pudimos apreciar hermosos paisajes de montaña. Más tarde, Sergio detuvo a toda la caravana porque pinchó una goma. Tuvo que vaciar todo su baúl para sacar el auxilio mientras el resto solo nos dedicamos a cargarlo y molestarlo.
Al atardecer llegamos a Villa Unión y nos encontramos con problemas de hospedaje nuevamente, ya que solo había un camping y este era en una plaza, donde no podíamos dejar nada porque no estaba cerrado y nadie cuidaba y además, por tener chicos, era un peligro porque estaba al costado de la ruta.
Buscando dimos con un lugar fabuloso. Se trataba de un hotel alojamiento que seguramente por tratarse de un pueblo chico, se fundió antes de abrir y actualmente lo utilizaban alquilando sus habitaciones a turistas. Alquilamos 2 amplias habitaciones con baño privado y nos ubicamos. Con Hernán decidimos dormir en la bolsa de dormir tirados en el contrapiso de una entrada de autos que había, al lado de un portón que no cerraba de la intemperie y con un gatito lleno de pulgas que venía y dormía arriba de mi bolsa de dormir. Así y todo, estábamos contentos por estar tranquilos, sin llantos de niños o quejas de mayores.
Integrantes de la oficina
Museo en Chilecito
Cablecarril La Mejicana
Más del cablecarril
Estación Chilecito
Cuesta de Miranda
Otra de la Cuesta de Miranda
Hotel alojamiento de Villa Unión
Desde Vinchina seguimos por la RP 76, pero por tramos asfaltada pero en muy mal estado y luego, ripio. En el camino, Sergio volvió a pinchar la misma goma de antes. Tuvimos que parar la caravana y cambiarla. Cuando volvimos a salir, llegamos rápidamente al Refugio del Peñón. Se trata de un refugio para arrieros construido por Sarmiento y aún hoy en pie. Ahí decidimos dejar el auto de Sergio por la falta de una goma de auxilio por si seguía con su suerte de pinchaduras; y también quedó Vanesa con su bebé de 8 meses porque se encontraba muy descompuesta por la altura, que en ese momento eran unos 3800 msnm y que más tarde serían 4200 msnm al llegar a la laguna.
Los paisajes eran maravillosos. Los colores de las montañas eran un lujo para nuestros ojos. Llegando a Laguna Brava, el camino parecía desaparecer, quedando solo una huella. De fondo, se comenzaba a ver la laguna como un premio a quien llega. Fabuloso.
Laguna Brava
Vado
Nuestra idea era finalizar la excursión y cruzar, literalmente, al Parque Nacional Talampaya; pero como salimos tarde y realizamos la visita a Valle de la Luna tarde, nos quedamos sin tiempo. Es por esto que volvimos a Villa Unión y dejamos Talampaya para el día siguiente.
Llegamos al Parque Nacional y realizamos la visita. También se hace en vehículos, pero se trata de vans del lugar.
El lugar es asombroso. Se trata de grandes muros de unos 100 metros de alto, donde uno se da cuenta de las dimensiones al pasar por el medio de ellos. La explicación, al igual que en Ischigualasto, da cuentas de la edad de formación de este lugar. Realmente, somos insignificantes ante tanta historia.
Llegamos a un lugar donde hay huellas humanas. Hay rocas con dibujos de miles de años de antigüedad, piedras con agujeros a modo de morteros, etc. Más adelante paramos en un lugar donde hay vegetación a pesar de la aridez el lugar. Después nos dirigimos hacia uno de los altos muros de piedra donde nuevamente el viento, erosionó de tal forma que creó grandes chimeneas. Nos agrupamos y a la cuenta de tres, pegamos un grito al unísono que nos es devuelto varias veces por el eco.
Continuamos la travesía y vemos las primeras rocas que por erosión, al igual que en Ischigualasto, poseen formas reconocidas por nuestra vida en sociedad moderna. Se trata de “La Catedral”, “El Totem”, “La Torre”, “El Botellón” y “El Monje”. Es increíble que el simple contacto con el viento sea la causa de estas obras de arte de la naturaleza.
Al terminar el recorrido, volvimos a Villa Unión a reencontrarnos con Víctor. De ahí, partimos por la RN 40 con rumbo sur para finalmente llegar al Dique Ullum. Ahí acampamos en un camping muy bueno a orillas del Lago Dique Ullum de noche y con lluvia.
Se hace un breve recorrido a pié donde se observan vistas panorámicas al parque y donde, al igual que Talampaya e Ischigualasto, se trata de formaciones de miles de años.
Al salir del parque, fuimos directo para Potrero de los Funes y ahí se dividió el grupo. Algunos fueron a hotel y otros quedamos en un camping frente al embalse. Igualmente, cenamos todos juntos en el camping tras una breve recorrida por la ciudad para conseguir milanesas. Muy lindo el lugar.
En el camino quedaron un montón de anécdotas, como cuando Horacio pensaba que viajábamos a 200 km/h porque su velocímetro estaba roto, o cuando Hernán, para organizar las salidas entre tantos adultos y tantos niños, utilizaba un silbato para avisar al grupo que partíamos. También era una odisea el tema de la comida, ya que salvo un almuerzo en San Juan, el resto de las veces, cocinamos; o cuando se quemó el caño de agua por hacer un asado y entre arquitectos y demás, se reparó con una bolsa de nylon. La verdad que también hay muchas anécdotas con los chicos, pero la mayoría son lindas o las entendemos solo los que fuimos parte del viaje. Hablando con Hernán hace poco, llegamos a la conclusión que nunca más vamos a realizar un viaje con personajes tan variados tanto en edades como en pensamientos y formas de ser. Fue una experiencia linda, única e irrepetible.
En cuanto a los lugares que recorrimos, puedo decir que es un viaje para no perdérselo. En lo personal me gustó muchísimo Talampaya y Laguna Brava, aunque el resto tiene su encanto particular.
A punto de salir del camping de Potrero de los Funes
Los integrantes del viaje somos:
Abajo: Horacio, Hernán, Ale, Laura y la otra Ale
Volkswagen Gol Country 1.9 SD trendline Modelo 2004
Renault 19 RT modelo 1995
Fiat Palio EL 1.7 TD modelo 1998
Nissan Frontier SE 4x2 modelo 2007
Recomendaciones:
Para realizar este viaje, no hacen falta vehículos 4x4 ya que casi todo es por asfalto y los lugares que no lo son, tomando precauciones son posibles de transitar. Para ir a Laguna Brava, si bien nosotros fuimos con la camioneta y dos autos, no había nieve y no llovía ni había llovido desde hacía mucho tiempo. El camino estaba bien, pero no sé cómo será en otras condiciones climáticas. En Laguna Brava hay que tomar la precaución de no acercar el vehículo demasiado al agua, ya que el piso se pone blando a medida que nos acercamos al borde de la laguna.
Nosotros en ese momento no teníamos GPS y solo nos guiamos con el Atlas de Rutas Firestone. Al llegar a Laguna Brava desaparece un poco el camino y el GPS solucionaría cualquier problema, pero con un poco de atención y sentido de la ubicación, no pasa nada.
Como siempre, a continuación dejo algunos archivos que pueden ser de utilidad, además del reglamento que utilizamos por ser muchos los integrantes del viaje:
- Mapa de rutas de Argentina (*.pdf)
- Tracks no ruteados (*.gdb)
- Hoja de ruta base (*.doc)
- Reglamento de los viajeros (*.doc)